Ayer tuve tarde-noche de teatro con 8 amigos. Fuimos a ver el Riverdance show al teatro Gaiety, cerquita de St. Sthephen's Green.
La primera sorpresa de la tarde fue el teatro: coqueto pero muy chiquitín. Para que os hagáis a la idea es más pequeño que el Jovellanos y en el patio de butacas no hay pasillo central (no cabría). Luego me enteré que Dublin tiene un montón de teatros y que, por ello, ninguno era excesivamente grande. Hay que tener en cuenta que Dublín es una puqueña capital de 1.5 millones de habitantes.
La segunda sorpresa: el espectáculo en sí. Me esperaba un espectáculo exclusivamente de danzas tradicionales irlandesas. Ya sabéis: un saltiquín por aquí...una patiquina por allá...Nada más lejos de la realidad. A parte de las danzas irlandesas, caracterizadas por rápidos y complicados cruces de piernas y pies (en algunos momentos temí que se hicieran un ñudu), en las que se evita todo moviemiento de rodilla para arriba porque, como me explicaron posteriormente, hace siglos estaba prohibido, hubo números exclusivamente de cantos a capella, sólo de música, combinaciones de los tres, la danza del fuego interpretado por una bailaora española que interpretó más tarde una segunda pieza, etc.
Casi dos horas de espectáculo, en el que no faltaron las risas por el número interpretado por los bailarines irlandeses y dos bailarines negros de claqué en el que se picaban unos a otros por ver quien hacían los pasos más complejos y en el que se burlaban de la forma de bailar de unos y de otros.
Una tarde-noche distinta y entretenida que culminamos a la española: comiendo...aunque fuera comida asiática ;o)
La primera sorpresa de la tarde fue el teatro: coqueto pero muy chiquitín. Para que os hagáis a la idea es más pequeño que el Jovellanos y en el patio de butacas no hay pasillo central (no cabría). Luego me enteré que Dublin tiene un montón de teatros y que, por ello, ninguno era excesivamente grande. Hay que tener en cuenta que Dublín es una puqueña capital de 1.5 millones de habitantes.
La segunda sorpresa: el espectáculo en sí. Me esperaba un espectáculo exclusivamente de danzas tradicionales irlandesas. Ya sabéis: un saltiquín por aquí...una patiquina por allá...Nada más lejos de la realidad. A parte de las danzas irlandesas, caracterizadas por rápidos y complicados cruces de piernas y pies (en algunos momentos temí que se hicieran un ñudu), en las que se evita todo moviemiento de rodilla para arriba porque, como me explicaron posteriormente, hace siglos estaba prohibido, hubo números exclusivamente de cantos a capella, sólo de música, combinaciones de los tres, la danza del fuego interpretado por una bailaora española que interpretó más tarde una segunda pieza, etc.
Casi dos horas de espectáculo, en el que no faltaron las risas por el número interpretado por los bailarines irlandeses y dos bailarines negros de claqué en el que se picaban unos a otros por ver quien hacían los pasos más complejos y en el que se burlaban de la forma de bailar de unos y de otros.
Una tarde-noche distinta y entretenida que culminamos a la española: comiendo...aunque fuera comida asiática ;o)
1 comentario:
Jo, hija, lo has clavao, iba a escribir un post tan parecido a éste que casi que te voy a enlazar directamente :-)
Besos
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